La lluvia en su lucha a muerte con el sol imprime un cierto contraste a la ciudad. Las calles oscuras con luces tenues, los edificios antiguos, los puentes y canales. Todo llama a la melancolía en este lugar, melancolía y vitalismo. Pero la vida no deja de sorprenderme...
Una armenia a la que le gusta escuchar a Julio Iglesias, una Rusa que me canta los últimos éxitos latinos cubierta bajo mi paraguas en la lluvia, en mitad del Markt, unas irlandesas que chapurrean algo de español mientras comemos, un belga que me habla de su ERASMUS y de los bares de Madrid...
Mi país reflejado en las historias de tantas gentes...
El mundo, reflejado en tantos rostros, innumerables historias...
Hablar con un galés, discutir con una Suiza sobre la participación democrática en la zona Italiana, conocer a un alemán que estuvo en Argentina trabajando para un partido político, hablar en los pasillos con una austriaca que habla español con acento mexicano, y encontrarme cara a cara con mi pasado (los fantasmas siempre nos siguen la pista)...
¡y habrá aquéllos que digan que la vida es aburrida!
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