miércoles, 23 de abril de 2008

Ahí esta la poesía, de pie contra la muerte

Acaban de repartir de nuevo otro Cervantes. De nuevo un poeta de los de trincheras y vidas desarraigada. De los que probablemente no hubieran elegido su vida, pero la afrontaron, Juan Gelmán. La verdad, no he leído nada, pero su discurso, al ojearlo, me dan ganas de leer.
Ansío también escribir. Me falta. Como decía Gelmán: "el poeta no vive para escribir, escribe para vivir".
Este año, con su intensa vida y esfuerzo, sus experiencias, es único. Pero la poesía no ha cabido. El bloqueo, la vida que pasa, ha mitigado mi poesía. La quiero recuperar, pero aún quedan dos meses de centrarse, y luego será mía. Leer hasta el amanecer, leer lo que nos llena el alma y el cuerpo, escribir versos perdidos, de ésos que nadie lee y el hombre se arrepiente.
Tengo ganas de albergar una mirada, un instante de paz, la vida sencilla. Tengo ganas incluso de recuperar ciertos lugares, ciertas conversaciones, ciertas voces.
La vida de este año ha sido inimaginable, impresionante, un "año de vida sin parar". Hay gentes con las que me mezclé en las trincheras, gentes que me aportan cada día muchas cosas.
Pero no nos olvidemos, HAY OTROS TAMBIÉN.
A ellos, por los silencios, las lejanías y las conversaciones que no tuvimos,
para ellos va mi pensamiento presente.

sábado, 19 de abril de 2008

Soledad y desesperanza





Todo está en silencio. Ella se levanta lenta, sin muchas fuerzas. La cara permanece quebrada. El cuerpo no responde. Ni las palizas de ayer, ni la soledad eterna en que se sume su vida. Nada queda ya en su interior que pueda sosegar su alma. Nada que le dé la esperanza debida. Tan sólo le queda un suspiro, un leve susurro que le ayuda a vivir. Ansía una salisa, pero puede que no sea suficiente. Ansía la libertad, huír para siempre, al fondo del mundo, donde nada la ate, donde nada le apriete el cuello. Donde el amor y la libertad existan más allá de su televisión. Tan solo desea ser. Humanidad desgajada a raudales por sus poros, belleza en la inmensidad de su mirada. Miedo, demasiado miedo ha vivido. Una vida robada, con engaños y malas artes. Un ser humano expropiado de su más preciado derecho: la dignidad.

(Homenaje y consciencia de las miles de mujeres que son explotadas y tratadas como mercancía en el mundo. Cifras inexactas, difíciles de calcular, que dan miedo calcular por los gobiernos, pero caras, almas y cuerpos que sufren a diario. Un informe incompleto estimaba que sólo en Francia eran más de 10.000 las víctimas anuales de este crimen organizado)

Los vaivenes

La vida tiene vaivenes, una acción conlleva una reacción, y a veces no somos conscientes de la cadena que lleva una acción, ni el poder de un paso. En este lugar, en este año, en este mes, ¡en un instante cambian tantas cosas!
En tres días puede cambiar tu vida, en unos minutos complicarse, todo en el fondo es frágil, inerte, pero eterno. Una certeza inmutable de que mucho queda ajeno a nuestro control.
Pero una seguridad de la necesidad de transmitir luz, energía y esperanza, en aquellos que nos rodean, en los vaivenes de la vida. El sentido del humor sigue siendo la última frontera, lo que nos queda más allá cuando todo se nubla, y el vaivén azota nuestra nave, y el cielo se nubla.
Quizás sea una locura, o un optimismo extremo, pero el espíritu, y esta alegría me han guiado por más de un mar en tormenta, y me han conducido a entender más a este ser humano, pendido de un hilo, solitario y superviviente, que mis cruza en cada vaivén.

Humildad

A veces, en el flotar de este mundo, donde nuestras preocupaciones más fuertes son un examen, un trabajo o el estrés de la gran ciudad, nos olvidamos de tantas cosas...
De aquéllos que luchan por sobrevivir, postrados en una silla, o trabajando de sol a sol. A veces nos olvidamos de nuestro privilegio, y de la suerte que baña nuestros días.
Y a veces llega ese momento, ese golpe soberbio y recio, de la vida, o del destino, que nos hace pensar. Reflexionar, recuperar la humildad, tener empatía con otros, los que están en peor situación, aquéllos que miran cara a cara la vida, los de los verdaderos problemas.
Jorge Peña viene a mi cabeza en ocasiones, aquel peruano errante, recogiendo basura en los muelles de Ilo. La certeza de su vitalismo, la violencia del daño que le hicieron. Jorge Peña inspira, en ocasiones mis pasos, cuando todo se silencio, y en un segundo, todo este año se difumina, y pienso que en su soledad, el sigue luchando por sobrevivir.
Quizás lo más enigmático de esta vida sea eso, las diferencias, las suertes y des-suertes en que nos colocó la vida. Valorarlo, entenderlo es un paso. Sentirlo, ser consciente. Humilde con lo que tienes, certeza de la suerte, que se te dio.