miércoles, 6 de febrero de 2008

‘On ne doute jamais trop, quand il s’agit de l’Etat’,
(Bourdieu)

domingo, 3 de febrero de 2008

Calma




CERTEZA

El ruido de fondo lo inunda todo.
Nos olvidamos. Todo se desmorona
a nuestro alrededor.
Quebrado el silencio,
la rutina queda,
el leve crepitar
de fantasmas y naufragios,
circulando impunes
ante nuestros ojos.
Incertidumbre
que todo entorno difumina
en abismo el horizonte.
Y pese a todo amanece en calma,
seguimos vivos,
en silencio,
luchando mano a mano
desnudos ante la tormenta
que aún no pudo
hundir nuestra fe.
Seguimos en pie
tras tanto asalto,
con las fuerzas intactas,
y una imperfección humana
que nos hace imbatibles.
El miedo a la caída
naufraga ante cada reto,
ante cada pisada en la arena,
erguidos ante nuestras derrotas.
La certeza reside en que seguimos
buscando respuestas,
sin olvidar las recibidas,
escudriñando la línea
del horizonte,
viejo conocido del navegante
que no le teme,
pero le respesta.
Confianza de las tierras
pisadas,
de las batallas ganadas
que aún residen en su piel.
un navegante que no olvida
ni la incertidumbre
ni lo aprehendido en su piel:
la certeza de su victoria pasada,
de naufragios que le recuerdan
que aún sigue en pie.

El Tiempo, entre enemigo y aliado

Seguiré creyendo que el tiempo es siempre nuestro peor enemigo. Él es el único que ha podido hundir imperios y colosales monumentos, es el único capaz de derrotar a los más poderosos de la tierra, y lamentablemente nos hace ¡tan frágiles!.
Pero el tiempo también nos trae las esencias de lo que somos. Nos recuerda nuestras derrotas, pero nos mantiene en la esperanza de los triunfos pasados. El tiempo coloca cada cosa en su lugar, incluso nuestros miedos y dudas, infundados resquicios de nuestras debilidades.
El tiempo, su existencia y nuestra consciencia, nos trae el aroma de la confianza en nosotros mismos, y en la certeza de que todo pasará: los éxitos, y las derrotas.
Tener confianza en uno mismo, por la certeza de que el tiempo ha dado prueba de nuestras capacidades, de nuestas alegrías. No somos unos niños que con mirada dulce y tierna se enfrentan a la primera batalla, al primer desafío. Somos personas con miradas recias y sobrellevando a cuestas alguna derrota, que son consciente que al final de la jornada, el balance ha sido positivo y que albergan el miedo infudado siempre nos ha retrasado en el camino.
Confianza, lo es todo. Mirarse tranquilo, conociendo el miedo porque ya lo sufrimos y lo vencimos. No dejándonos caer por desesperanzas ya viejas y conocidas. El tiempo nos dio la razón y no nos dejamos paralizar por la abismal incertidumbre, sino que seguimos, caminos y si alguna vez caemos, nos levantaremos.
El tiempo ya nos dio la razón antes, ¿por qué no nos la ha de dar de nuevo?