ellos vigilan el muro,
con recia mirada,
con rostro impasible.
Ellos, en pisos francos,
en madrugadas en los Pirineos,
cuándo el frío arrecia,
y son las 3:30.
Ellos, cargando ataúdes,
con pocos medios,
con ilusiones plenas.
Ellos, sin medallas,
sin bonus de cumplimiento,
sin éxito social.
Ellos, evitando lo imposible,
protegiendo lo incierto,
ellos;
disparados a traición
en una cafetería,
desarmados,
en una esquina.
Ellos vigilan el muro,
y dicen que nada te pasará,
cuando a las 3:30
tú descansas,
y ellos patean la puerta
de otra realidad
con recia mirada,
con rostro impasible.
Ellos, en pisos francos,
en madrugadas en los Pirineos,
cuándo el frío arrecia,
y son las 3:30.
Ellos, cargando ataúdes,
con pocos medios,
con ilusiones plenas.
Ellos, sin medallas,
sin bonus de cumplimiento,
sin éxito social.
Ellos, evitando lo imposible,
protegiendo lo incierto,
ellos;
disparados a traición
en una cafetería,
desarmados,
en una esquina.
Ellos vigilan el muro,
y dicen que nada te pasará,
cuando a las 3:30
tú descansas,
y ellos patean la puerta
de otra realidad
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