miércoles, 12 de noviembre de 2008

Rabia

rabia,

rabia incontenible

ante la cobardía

de tus palabras,

ante la certeza

de tu odio eterno.

Rabia,

ante la imagen

de la vil traición

a este sistema,

a la esencia humana.


Implacable respuesta,

la soledad,

sin ápice de piedad

ante los que no la albergan,

cuando una mirada moribunda

les suplica perdón.


Rabia, imposible

negar el odio

contra ellos,

los que arrancaron

tus lágrimas, tus gritos.


Recuerdo, deuda eterna,

ante tu dignidad ardiendo

en la prisión de tu cajero,

ante la debilidad nuestra.


Rabia, odio eterno,

sin remordimiento

ante ellos,

cobardes asesinos,

risa, burla, sangre entre sus manos.
Memento ante la muerte
de esos crueles verdugos
que el rostro ocultan,
que la clemencia piden.
Clemencia que no te dieron,
muerte que no evitaron,
soledad que les otorgo,
cerrazón de unos cuerpos sin alma,
que ni esperanza merecen,
que ni vida ya poseen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estremecedor...me has hecho revivir el momento en que los tres chicos cometieron esa barrabasada contra aquella pobre mujer, el estupor y el rechazo que nos inspiraron a todos. ¿Cómo se le puede pasar por la cabez algo así? ¿Cómo fueron capaces de amordazar su conciencia y llevarlo a cabo? A veces, la naturaleza humana me asusta.