
Todo está en silencio. Ella se levanta lenta, sin muchas fuerzas. La cara permanece quebrada. El cuerpo no responde. Ni las palizas de ayer, ni la soledad eterna en que se sume su vida. Nada queda ya en su interior que pueda sosegar su alma. Nada que le dé la esperanza debida. Tan sólo le queda un suspiro, un leve susurro que le ayuda a vivir. Ansía una salisa, pero puede que no sea suficiente. Ansía la libertad, huír para siempre, al fondo del mundo, donde nada la ate, donde nada le apriete el cuello. Donde el amor y la libertad existan más allá de su televisión. Tan solo desea ser. Humanidad desgajada a raudales por sus poros, belleza en la inmensidad de su mirada. Miedo, demasiado miedo ha vivido. Una vida robada, con engaños y malas artes. Un ser humano expropiado de su más preciado derecho: la dignidad.
(Homenaje y consciencia de las miles de mujeres que son explotadas y tratadas como mercancía en el mundo. Cifras inexactas, difíciles de calcular, que dan miedo calcular por los gobiernos, pero caras, almas y cuerpos que sufren a diario. Un informe incompleto estimaba que sólo en Francia eran más de 10.000 las víctimas anuales de este crimen organizado)
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